Una ciudad dominada por el mar y aún nadie ha comprendido ese color, su intensidad de gema, sus veleidades. Amo el mar: vasto y llano, igual y frío, como los ojos de la Marquesa. Una isla, un punto mínimo empeñado en resistir la infinitud azul que lo circunda. He ahí la tragicidad de nuestro destino.
Fragmento tomado del cuento La Habana elegante del escritor cubano Arturo Arango.